A medida que va transcurriendo la vida, mi vida, el día a día, veo y siento la necesidad de darme espacios en meditación, espacios para pausarme, observar-me y entrar en silencio. Espacios en los que me detengo intencionalmente para conectar plenamente conmigo misma, con lo que me rodea, con lo que estoy sintiendo y pensando en ese momento. En verdad siento que necesito ese espacio cuando estoy sintiendo la vida, la mente o las emociones agitadas o cuando me siento plena y en paz, entonces quiero disfrutar de la gratitud por la existencia que sale de mí en ese momento. Amo esos momentos, en verdad los disfruto y me conectan, aun cuando lo que esté viviendo se sienta incómodo y al verlo en meditación se haga más evidente. Sí, lo que he experimentado es que meditar y ponerte mood atención plena y consciente cuando estás contento, se siente bien distinto a cuando estás triste, preocupado o agradecido. En cada circunstancia el espacio de meditación sabe diferente, aparece diferente, cobra un sentido distinto y deja un regalo único para cada ocasión.
Amo ese espacio y además lo necesito, aun así, hay días más difíciles que otros para detenerme y meditar. ¿Les ha pasado?…. Hay días en los que me siento agitada, inquieta, cargada, con la mente alborotada y veo mi necesidad imperiosa de meditar y no logro hacerlo, y está bien, ya no me presiono para hacerlo; en otras ocasiones si elijo meditar, aun con la mente cargada y agitada; me observo, me doy cuenta de los pensamientos que van apareciendo, de como esos pensamientos me llevan a unas emociones, me escucho, me veo convirtiéndome en un testigo amoroso de lo que pasa en mi interior. Existen otros días en los que el espacio de meditar fluye naturalmente independiente del estado emocional o mental en el que me encuentre, elijo hacerlo, me doy el espacio y fluimos…. digo “fluimos” porque son mis ángeles los que me acompañan en ese viaje, me toman de la mano y me acompañan por esos minutos a danzar a través de mi mente, con mi cuerpo, mis emociones, con el silencio, me ayudan a trascender y sostenerme en las profundidades de mi ser dónde aparece el vacío, dónde no hay nada y a la vez está todo, soy todo.
Veo la meditación entonces, como ese momento en el que te conectas con el presente, ese momento en el que decides prestar atención a tu cuerpo, a las sensaciones; te observas y escuchas tus pensamientos, haces consciente las historias que te cuentas de lo que ha sucedido, de quien eres, es el momento en que te das cuenta de lo que sientes, de tus emociones y las dejas estar. A veces te enganchas con todo eso y a veces fluyes con lo que observas.
Toda esta historia para animarte a empezar con tu práctica de meditación o animarte a sostenerla si es que ya empezaste, esos momentos en los que te detienes para conectar con todo tu SER, son un verdadero regalo. ¡En verdad es llenar tu vida de luz! No me creas, experiméntalo por ti mismo. Empieza a cultivar el hacer pausas, el observarte, el escuchar tus pensamientos sin engancharte con ellos, hacer espacio para el silencio y escuchar tus emociones, es decir, parar y conectar contigo mismo, la conexión más valiosa en estos tiempos y la que nos permitirá también conectar con otros.
Y porque sé que a veces no resulta muy fácil meditar si no tenemos una guía, es que deseo ofrecerte mi corazón y mi voz para que lo hagas sin excusas. Existen muchas formas de meditar, ya te iré compartiendo, por ahora te dejo esta meditación guiada.
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